miércoles, 9 de septiembre de 2009

Adios a casa.

Que difícil es tener que abandonar una casa, un pueblo, una ciudad... donde has estado toda tu vida.
Llevo unos 6400 días en esta ciudad y todavía no me acostumbro a salir de ella. Tanto tiempo soñando con que llegara este día, con que llegara el momento de huir, de escapar de lo que en realidad es mi casa, el lugar donde se encuentran las personas a las que quiero...
He nacido y crecido en esta ciudad.
Pero no fue hasta que mude de casa cuando me di cuenta de lo que en realidad tenia. Recuerdo cuando subí por primera vez a la Antigua (que he descubierto hace poco que era un castillo y no una muralla como yo pensaba) , me di cuenta de lo que tenia a mis pies: un lugar donde esta reunido todo lo que me importa. Me volví a plantear la idea de por que salir de aquí, ¿monotonía?, ¿aburrimiento?, ¿ansiedad.
Los paseos de madrugada por Traperia, las salidas al centro, las vistas nocturnas de la catedral, las caminatas por la montaña... El cambiar de sitio marca, moverte a un sitio donde no hay traperia, ni una catedral tan impactante, ni si quiera un monte para caminar y donde poder observar con tranquilidad y silencio tu ciudad.
Silencio
que difícil va a ser encontrar silencio en la otra ciudad, siempre escuchando el tráfico de coches, motos, personas. Gente por todos lados y no solo durante el día, sino también en la noche. Estar rodeado siempre de gente: en clase, en la facultad, en la residencia. Es... peligroso, terminas cansandote.

¿Para crear tu futuro es necesario cambiar?