martes, 10 de noviembre de 2009

Humo.

A la tenue luz de una lámpara nos juntamos para conversar, a nuestro centro la shisha, único muro para alcanzar tus labios. Mientras aspiramos los deliciosos humos de la lujuria, debatimos acerca de temas varios. Mientras nuestro cuerpo consume los últimos restos de aire, el humo invade nuestro cerebro para trasladarnos a un estado iluminado. Fuera de nuestro antiguo "yo" se descubren las sospechas y desaparecen los miedos. Unión, deseo y aceptación, mientras el humo colapsa el ambiente.

La cama, vacía, nos incita a dejarnos llevar para aceptar nuestra condición humana. Mezcla de labios y sabor afrutado asumimos nuestro sino para fundirnos una noche más.
Desnudos entre las sabanas todavía queda la mezcla entre humo y sabor que nos junto.

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